Si todos actuaran como yo, las radios no tendrían oyentes. Los blogs no tendrían comentarios, y los diarios no tendrían lectores.
Si todos se preocuparan como yo, la moda no existiría, ni la ingeniería, ni el derecho, ni las guerras.
Si todos profundizaran como yo, no habría especialistas, ni consultores, ni de esas obras artísticas que te conmueven hasta los huesos.
Si todos tuvieran mi espíritu, el mundo sería una gran sala de espera.