jueves, 22 de julio de 2010

Sentido del humor

Yo me río de cualquier cosa, vos hacés reir a cualquiera.
Yo quisiera aprender, ejercitar la asociación chistosa, saber sacarte una buena carcajada.
Pero mi mente parece solemne y somnolienta.
Me abuuuuurroooooooo
Cómo hago para incorporar el estado de diversión en mi mente?

6 comentarios:

  1. Extractos de El sentido del humor (manual de instrucciones), un libro elaborado por el psicólogo Eduardo Jáuregui.

    Capítulo 5: Entrenamiento

    Extracto "Crear humor"

    “Hasta un niño de cinco años sería capaz de hacer esto. Rápido, busque a un niño de cinco años” --Groucho Marx

    El segundo aspecto del sentido del humor que debemos trabajar es la creatividad humorística. Para mucha gente, éste es el tema que más preocupa. ¡Inventarse un chiste! ¡Qué difícil! Pero en realidad, crear humor no encierra mucho misterio. Es realmente fácil. De hecho, lo difícil sería no crearlo.
    Hace algunos años, el filósofo Arthur Koestler escribió un libro sobre la creatividad, El Acto de la Creación. En este libro comparaba la creatividad de tres figuras: el científico, el artista y el bufón. Según Koestler, estos tres personajes realizan la misma tarea fundamental, que él bautizó bisociación: la combinación de dos o más ideas que nunca se habían conectado de esta manera. El científico busca combinaciones verdaderas (E = MC2, ser humano = simio, sol = estrella), y el artista combinaciones estéticamente bellas o interesantes (de colores, de palabras, de notas musicales). ¿Y el bufón? El caso de este personaje creador es un poco distinto. El bufón no necesita encontrar ninguna combinación perfecta o válida. El bufón no suda tanto para practicar su arte. El bufón combina sin ton ni son. Mientras que los científicos debaten si el mundo es plano o redondo, el bufón afirma sin miedo a equivocarse que el mundo es cuadrado, que tiene tres mitades y media o que en cualquier momento se desinfla. Mientras que los estudiantes de bellas artes se desviven por plasmar en papel las complejas formas y texturas del cuerpo humano, el bufón se conforma con pintarrajear un garabato burdo, te crea una figura humana anudando un globo alargado, o directamente se baja los pantalones y te muestra algo que normalmente sólo se ve en los museos o en privado.

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  4. La teoría de Aristóteles descrita en el tercer capítulo ayuda a entender la labor del bufón. Los artistas serios (incluidos los científicos, los inventores, los políticos, los empresarios y otros "artistas" en el sentido más amplio de la palabra) persiguen la perfección, la belleza, lo sublime. Pero el bufón se conforma con las pruebas, los borradores, los errores, el caos, la estupidez, la locura, la patochada, la horterada y el absurdo. Por eso digo que el humor es fácil. No hace falta encontrar una combinación que funcione --cualquier combinación nos vale, y cuanto más disparatada, mejor. El grupo cómico-musical La Trinca compuso una canción hace algunos años en la que proponía una nueva teoría de la evolución que consideraban "incuestionable":

    Passsa con el Darwin, tanto dar la lata,
    si el hombre viene de ¡la patata!

    Las "pruebas científicas" aportadas por La Trinca eran verdaderamente patéticas ("La piel se le arruga al tubérculo viejo/También con lo años nos cuelga el pellejo”), pero no peores que las que han apoyado tantas teorías chifladas a lo largo de la historia (algunas ya citadas en el Capítulo 3). En definitiva, es infinitamente más fácil equivocarse que acertar, destruir que construir, desordenar que ordenar, caerse que mantenerse en equilibrio. De hecho, la mayoría de las obras de cualquier artista, sea cual sea su terreno estético, son combinaciones penosas, pruebas y borradores bochornosos que acaban en la papelera (en el mejor de los casos). Y si a pesar de todo se exponen al juicio de la crítica, pueden acabar recibiendo un premio como los Razzie o los Pigasus.
    Si toda esta producción bufonesca la conseguimos sin quererlo, ¡imagina qué sucederá si lo intentamos a propósito! La labor del bufón consiste en esto, en juntar elementos dispares para crear combinaciones inesperadas, chocantes y absurdas. Por eso la vestimenta clásica del bufón consiste de retazos de tela de todos los colores. Y por eso crear humor es bastante más sencillo de lo que pudiera parecer. Vamos a demostrarlo.

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  5. La teoría de Aristóteles descrita en el tercer capítulo ayuda a entender la labor del bufón. Los artistas serios (incluidos los científicos, los inventores, los políticos, los empresarios y otros "artistas" en el sentido más amplio de la palabra) persiguen la perfección, la belleza, lo sublime. Pero el bufón se conforma con las pruebas, los borradores, los errores, el caos, la estupidez, la locura, la patochada, la horterada y el absurdo. Por eso digo que el humor es fácil. No hace falta encontrar una combinación que funcione --cualquier combinación nos vale, y cuanto más disparatada, mejor. El grupo cómico-musical La Trinca compuso una canción hace algunos años en la que proponía una nueva teoría de la evolución que consideraban "incuestionable":

    Passsa con el Darwin, tanto dar la lata,
    si el hombre viene de ¡la patata!

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  6. Extracto "Ejercicio: cuentos para no dormir"

    Vas a escribir un cuento que conoces bien, como La Caperucita Roja, Adán y Eva, La Guerra de las Galaxias o la que quieras. Excepto que será una versión un poco alterada del cuento, ya que deberás ir introduciendo ciertas palabras escogidas aleatoriamente.

    Abre al azar una novela o una enciclopedia y apunta a una palabra (que sea un sustantivo, un verbo o un adjetivo). Anota esta palabra y repite el experimento otras nueve veces.
    Cambia el título del cuento con la primera palabra escogida. Por ejemplo, si la primera palabra es "furgoneta", el título podría ser La Furgoneta de Caperucita o La Guerra de las Furgonetas.
    Escribe el resto del cuento introduciendo las restantes palabras escogidas.
    Atención: ¡hay que tratar de justificar el uso de cada palabra para que todo tenga su sentido y coherencia!
    Cuando termines de escribir el cuento, léelo en voz alta, con mucho dramatismo y a ser posible con público.
    Este tipo de ejercicios nos permiten desarrollar la capacidad que todos tenemos para crear humor. Además, sirven para darnos cuenta de que en realidad es algo que ya sabemos hacer. A los cinco años de edad nos dedicábamos a este tipo de juego continuamente, y además sin preocuparnos si lo íbamos a hacer "bien", si se nos iba a vaciar el cerebro de ideas o si los demás iban a pensar que estábamos turulatos. Sencillamente tratábamos de disfrutar de ello, y ése es el espíritu con el que debemos emprender cualquiera de estas actividades. No se trata de conseguir un resultado “gracioso” sino de divertirse en el proceso.

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